Cuentacuentos


Contar cuentos es fácil. Cualquiera puede hacerlo, pero siempre se puede mejorar la técnica. Lo difícil es contarlos bien. No hace falta saber de literatura, ni de narrativa, ni de gramática. Lo importante es conocer al oyente y darle lo que quiere oír. Si algo he aprendido de mi hijo mayor de dos años es que las historias se escuchan mejor si se adornan. Sonidos, onomatopeyas, expresiones exageradas... Todo vale para arrancarle una sonrisa.

Otra técnica que me da buen resultado es hacerle partícipe de la historia con preguntas tales como ¿Y sabes lo que pasó? ¿Quién crees que les ayudó? ¿De qué color quieres que sea el perrito?

También es importante seguir el mismo esquema, así el niño te seguirá con más facilidad. Lo que hago es dividir los cuentos en diferentes cajones mentales. En el cajón de los recurrentes está Pablo, el bombero. Un bombero pequeñito que demuestra su valía día a día. Los cuentos siempre empiezan con el protagonista en la central de bomberos, normalmente suena la alarma y ya está metido en una nueva aventura. Cuando Pablo invita a las personas que acaba de salvar a dar una vuelta en Nino, su camión de bomberos, Daniel sabe que la historia se está acabando. Estos cuentos los voy a contar en un blog diferente, porque le gusta tanto a mi hijo mayor que ya llevo un montón inventados e iba a parecer que este espacio es casi monotemático.

Otro cajón mental es el de los cuentos de aventuras inventados: Dragones, piratas, fantasmas...Todo vale.

Y el último es el de los clásicos reinventados. Imprescindibles para los noches de agotamiento extremo. Daniel está esperando ansioso su cuento, pero el cerebro no me da para imaginar ninguna historia nueva. Es el momento de tirar de historias universalmente conocidas. Gracias hermanos Grimm, gracias Perrault, gracias Andersen...

Personalmente, me gusta terminar los relatos con un "Colorín colorado, este cuento se ha acabado". Es la señal que está esperando mi pequeñín para gritar como un loco "Oto cueto, oto cuetooooo"

He pensado que el texto escrito no es la plataforma ideal para estos cuentos onomatopéyicos, así que me he lanzado a la piscina y lo voy a hacer a base de archivos de audio. Aunque me da mucha vergüenza. El caso es que escritos perderían mucho.

Este blog lo creo con la ilusión de plasmar estas historias que tanto gustan a mi hijo Daniel y que pronto escuchará también Iván, mi bebé de dos meses. Espero que dentro de muchos años lo escuchen y se acuerden con cariño de la imaginación de su madre.

2 comentarios:

  1. ¡Qué buena idea has tenido, Dácil!

    De momento solo he podido leer, a ver si mi ordenador me dejar oír también. ¡Qué maravilla poder comentar por fin en tu blog! (Ahora estoy en casa)

    Un beso enorme.

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  2. Muchas gracias. A ver si ahora que Iván está en casa retomo los blogs de cuentos. Hasta Raúl me ha comprado un libro para aprender a escribir cuentos infantiles. Es maravilloso cuando tu marido te apoya en las cosas que emprendes.

    A ver si arreglo de los comentarios. Este blogger me toma el pelo como quiere :(

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